Estás donde necesitas estar… sólo respira.

No bastó el temblor del 19/S para moverme el mundo. No otra vez. No, no, no. ¿Cómo es que, nuevamente, estoy en éste maldito hospital? Es una pesadilla. 

Martes 19: me levanto a las 6 a.m. para irme con mi mejor amiga a la Universidad y aprovechar el día para hacer un poco de ejercicio. La motivación estaba ahí. Me encontraba desde temprano con la mente en seguir mi dieta y llevar una vida equilibrada. Dan la 1:00 p.m. y mi mundo, literal, se sacudió por completo. Llamo a casa para preguntar que todos estuvieran bien. Todos estaban bien. Excepto que…mi mamá no se pudo levantar de su cama. La debilidad era tal que no hubo fuerza sobrehumana que la levantara.

Miércoles 20: caos capitalino, esperanza humana y la voluntad de miles por ayudar. Ayudar a aquellos que se habían quedado sin casa, sin comida; se quedaron.

Jueves 21:  mi madre, que lleva meses sin querer comer bien, se queja de dolores. Un pan y una rebanada de jamón son su alimento del día. La frustración me invadió por completo en ese momento. ¿Cómo es que yo queriendo ayudar a los miles de damnificados es que NO puedo ayudar a mi propia madre? La veo y la veo en huesos. Amarilla. A penas se le siente el pulso mientras se niega a abrir los ojos. BASTA. Es necesario internarla.

Viernes 22: ¿Es neta estoy en el cuarto 6203? Maldita torre. Malditos pasillos. Quiero ayudar. ¿Cómo? ¿Será que estoy fatalizando todo y mi madre está más enferma de lo que logro asimilar? ¿Qué tanto es su depresión y qué tanto es la enfermedad física? ¿QUÉ?

Sábado, Domingo, Lunes: Ni se atrevan a juzgarnos; a decirnos que no la hemos cuidado.

Martes 26: Estaré todo el día aquí así que más vale que haga las paces conmigo y con mi madre. Evadir suena como una solución; es más, ni me quejo que un día más comeré en la cafetería gourmet del Hospital. Hago migas con la chica del café.

Miércoles 27: veinte mil diagnósticos después y dan de alta a mi mamá. Deciden que lo mejor es que se vaya con mi hermano porque ahí estará más activa y más animada. Habrá alguien que la cuide de que se tome sus medicamentos.

Me duele. Me duele pensar que tal vez no he estado ahí para ella; tal vez no del todo o tal vez de la forma que ella necesitaba. Se que ella es su principal motor para salir adelante pero no puedo evitar entrar en conflicto. Olvido respirar, olvido comer bien… No me dejo arrastrar por esto y mi «fuerza» se vuelve una barrera que me evita estar consciente de mi alrededor. Estoy y no estoy. Puede que estés hablando conmigo pero realmente no te estoy escuchando. No hay diagnóstico y me vuelvo a comer la incertidumbre. Pienso en que no estoy siguiendo mi dieta y en que voy a engordar pero eso no importa porque NO ESTOY PRESENTE. Un día más, otro día más… Juro que este es mi último cheat day. Me miento, me miento y le miento a mi gente. Sigo sin estar presente. No estoy al cien conmigo, ni al cien en la escuela y mucho menos con mi mamá. Me vuelvo a comer la incertidumbre y la culpa. Ya hasta me como las uñas y no se como detener este sentimiento de estar y no estar; de querer hacer y no hacer, realmente, nada.  STOP. Te estás poniendo el pie. Eres importante; no te autodestruyas. Respira. Empieza de nuevo. Ámate. Pide ayuda. Repítete que todo saldrá bien.

#CrónicaDeUnasSemanasDeAnsiedad

«Choose, everyday, to forgive yourself. You are human, flawed, and most of all worthy of love.»

 

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